Secretaria de Cultura: ¿un monstruo sin dientes?

Secretaría de Cultura Federal, un viejo debate de una (casi) buena intención  


El presidente Enrique Peña Nieto lanzó el aviso de una iniciativa de ley para la creación de una Secretaría de Cultura, una buena idea, por fin se terminará el hueco institucional que representa el CONACULTA, de cuya existencia institucional siempre ha estado sujeta con alfileres y peores intenciones. Un Consejo sin consejeros, con duplicidad de funciones con varias instituciones que han habitado bajo la sombra de la SEP, como el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ambos pilares de la cultura nacional, ambas existen constitucionalmente, ambas con funciones normativas y nacionales como organismos reguladores, protectores del patrimonio cultural tangible e inmaterial de México y formadores de cuadros especializados en diversas disciplinas del conocimiento humano, con una gran trayectoria en la difusión de la identidad nacional.
Con el cierre de CONACULTA también se cerrará una página ambigua de la cultura en México. Pero la creación de una Secretaria de Cultura Federal, conlleva varios retos complicados, inercias de grupos enquistados y sobre todo abre un debate sobre la pertinencia de conservar leyes que garantizaban el monopolio del Estado sobre los bienes culturales, que además parecen "secuestrados" por los sindicatos de las instituciones, quienes deciden y ven al patrimonio cultural como un botín personal.

No se pueden crear nuevas secretarias de Estado sin desmantelar otras, para la Secretaría de Educación Pública significa perder alrededor de 18 mil millones de pesos de su presupuesto, también modificar el artículo tercero de la constitución que establece a la cultura como parte integral del modelo educativo y además un cambio profundo en leyes como la de monumentos históricos para dotar a la nueva secretaría de poderes normativos que le den sentido y viabilidad, para no terminar en otro CONACULTA. Cambiar el marco normativo podría alentar a varios estados a pugnar por administrar los bienes culturales existentes en sus respectivas demarcaciones geográficas. Un debate válido, considerando el pacto federal, la coyuntura económica de un Estado con pocos recursos y que requiere de fuentes alternas de financiamiento por la vía turística y acorde a los tiempos democráticos que ahora vivimos.

El anterior intento de iniciativa de ley fracasó básicamente por carecer de elementos normativos, mala redacción y desconocimiento técnico, pero principalmente por no observar el marco completo, lo que degeneró nuevamente en duplicidad de funciones.

Articular una iniciativa que justifique la creación de una Secretaría deberá ser integral esto es; reformar la constitución y las leyes secundarias que dieron origen a los institutos. No hay más, ese es el camino, pero está empedrado de muchas voces, unas patrimonialistas y otras mercantilistas. Estoy seguro que puede existir un equilibrio, donde ambas visiones puedan convivir, pero será un largo proceso de consultas y opiniones acaloradas, de no hacerlo así, habrá movilizaciones de gremios enquistados e intereses.

Otro reto son los "creadores" y las "becas", apoyos económicos para calmar la "furia" de la llamada "comunidad cultural", que jamás de queda callada e igual condena al gobierno que le da de comer. Es definir una política cultural incluyente, abierta, transparente en el gasto y que sirva para el desarrollo nacional y no personal de los "creadores", ese es el reto, vencer inercias e intereses, de lo contrario no servirá más que para cambiarle el gafete al godinato.

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